domingo, 8 de junio de 2014

EVALUACIÓN EN AULAS INCLUSIVAS

Uno de los grandes dilemas de la educación inclusiva es cómo conciliar una enseñanza atenta a la diversidad y a los procesos individuales de aprendizaje con una evaluación igual para todos.
En este sentido, es prioritario y de máximo interés establecer un modelo de evaluación coherente con los principios de inclusión: participación y aprendizaje de todos. Una evaluación cuya finalidad no puede ser la de clasificar o comparar a los alumnos sino identificar el tipo de ayudas y recursos que precisan para facilitar su proceso educativo.
Una evaluación continua, flexible y dinámica, que acompañe todo el proceso de enseñanza aprendizaje y  tenga como propósito fundamental proporcionar  información -al inicio, durante y al final del proceso-, para la toma de  decisiones. Es decir, que permita conocer el punto de partida de los alumnos con relación con los  aprendizajes  esperados, retroalimentar y ajustar el proceso de enseñanza acorde a las características y necesidades de los estudiantes,  y comprobar si se han logrado o no, y en qué medida, los  aprendizajes.

CRITERIOS A TENER PRESENTE EN LA EVALUACIÓN DE AULAS INCLUSIVAS
  • Ser accesible para todos los alumnos y continua. Una evaluación "puntual" no parece suficiente para tomar decisiones sobre los alumnos, los profesores, los centros o la política de financiación y recursos.
  • Todos los procedimientos de la evaluación deben de estar ligados al currículo escolar e informar sobre el aprendizaje, favoreciendo el empleo de diversos procedimientos.
  • Promover el aprendizaje de todos los alumnos considerando la evaluación como instrumento eficaz para el seguimiento de los progresos y para la planificación.
  • La identificación y el desarrollo de las potencialidades y habilidades, requiere una formación adecuada que debe ser contemplada en los programas de formación inicial y continua  para profesores y especialistas.
  • Evitar que el propósito "formativo" de la evaluación se distorsione o se pierda, con el uso exclusivo de métodos de evaluación cuantitativa.
  • Comunicar a los alumnos y familias, los objetivos de los procedimientos de evaluación, como proceso positivo que destaca los progresos individuales.
  • Evitar los procedimientos de evaluación demasiado burocráticos reforzando la autonomía escolar. La organización de un apoyo eficaz es sumamente importante, con estructuras que permitan la colaboración y el trabajo en equipo entre distintos profesionales y servicios educativos.
  • Colaboración entre los profesores, planificando y compartiendo experiencias de la práctica inclusiva.
  • Implicación del alumno, de los padres y compañeros en actividades de evaluación continua, planificadas y apoyadas desde la escuela por el equipo docente y el profesor tutor.
  • Evaluación especializada en la identificación inicial de las necesidades educativas en el contexto del aula.
  • Variedad de recursos y herramientas sobre evaluación como manuales técnicos, materiales de evaluación en aspectos no académicos, instrumentos de autoevaluación y coevaluación, etc.
  • Tiempo de dedicación para actividades relacionadas con la evaluación y asegurar las tareas cooperativas necesarias.
  • Estar claramente unida a otros aspectos como la financiación y los recursos que apoyan la inclusión.
  • En definitiva se trata de reforzar una evaluación formativa y formadora frente a la sumativa, utilizando una amplia variedad de estrategias y modelos en base a la colaboración y apoyo no sólo entre docentes, sino también con la participación de especialistas, familias y estudiantes.







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