ENSAYO "LAS IMPLICACIONES DEL DESARROLLO CURRICULAR EN
EL AULA INCLUSIVA"
Autoras: Licda. Elsa Ruth Medrano de Muñoz
Dra. Elizabeth Soriano de Cuéllar
El
aula inclusiva es el espacio donde
todos y todas se sienten incluidos porque reciben dentro de ella lo que
necesitan para su progreso en el aprendizaje de contenidos y valores; asimismo,
perciben y comprueban que no sólo reciben sino que también pueden hacer aportes
a la sociedad; es decir que se redoblan esfuerzos para garantizar que
todos los alumnos sean aceptados con igualdad, reconocidos por lo que cada uno
tiene que ofrecer a la comunidad educativa y se les ofrezcan las adaptaciones
curriculares y las ayudas necesarias para que su aprendizaje sea satisfactorio.
Es por ello que la educación inclusiva debe abordarse desde dos grandes
componentes: la escuela y el currículo educativo.
No
es posible implementar la educación inclusiva, si las escuelas no adoptan ciertos
principios básicos como son: la aceptación de la diversidad, implementar
modelos educativos inclusivos y tomar medidas ordinarias y extraordinarias,
encaminadas a eliminar la exclusión, las cuales
deben estar contemplados en el PEI, en el plan de atención a la diversidad, en
las programaciones didácticas. Entre las medidas que la escuela debe retomar se
encuentra la relacionada a la infraestructura, pues esta debe adecuarse a las
necesidades de los alumnos, siendo necesario, la disposición de ramplas,
ascensores, estacionamientos, ubicación del mobiliario e incluso la ubicación
del alumno en el salón de clase, con el propósito de facilitar el proceso de
enseñanza-aprendizaje.
Otro
aspecto importante de adecuación, es el recurso humano, pues si no se capacita
al cuerpo docente en temas de audición, lenguaje, fisioterapia, etc. no se
podrá atender a la diversidad en las aulas, lo cual se convierte en un factor
de exclusión educativa. No menos importante, es la adecuación de los recursos
materiales, pues se debe contar con libros o textos en sistema braille, ayudas
técnicas de amplificación del sonido, audífonos y vibradores, comunicadores,
pulsadores, etc. lo cual contribuye a atender las deficiencias visuales,
auditivas y motoras de los alumnos.
También
las modificaciones de acceso a la comunicación son vitales en el aula
inclusiva, tal es el caso de la implementación del sistema braille, y el
lenguaje de signos y señas, para responder a las necesidades de los alumnos con
problemas visuales, auditivos y del habla.
Bajo
todo este contexto, resulta también incoherente pensar que un currículo rígido,
con objetivos únicos y con métodos y tareas iguales, pueda ser el adecuado para
todos; el currículo tiene que reconocer, respetar y responder a las
capacidades, necesidades e intereses de todos los estudiantes, sean estos de
diferente género, grupos étnicos, razas, religiones, capacidades y discapacidades
diferentes, clase social o religión.
Generalmente
el currículo oficial, que es el que marca el aprendizaje a lograr, combinado
con una metodología de enseñanza tradicional diseñada para un alumno promedio,
dificulta la atención a la diversidad presente en las aulas, ya que se utilizan
los mismos métodos e incluso los mismos libros de texto para todos, lo que
provoca que el currículo se convierta en un instrumento didáctico inflexible y
que no esté al servicio de todos los estudiantes.
Es
claro entonces que el currículo escolar tiene que proporcionar
oportunidades de aprendizaje a los estudiantes para que todos logren y desarrollen
al máximo sus capacidades; de allí, que surgen las interrogantes de: cómo
diseñar un currículo inclusivo, cómo lograr el aprendizaje de todos los
alumnos, como responder a los distintos estilos de aprendizaje, cómo utilizar los
recursos para lograrlo e incluso cómo evaluar el aprendizaje de los
estudiantes.
Indudablemente
que se vuelve necesario diseñar un currículo flexible que proporcione
experiencias de aprendizaje diferentes para responder a las diferentes
necesidades de los estudiantes; es decir, que deben llevarse a cabo
adaptaciones tanto significativas como no significativas al currículo ya
existente; sin embargo, debemos reconocer que no se trata de hacer programas
individualizados para cada alumno, o una enseñanza "a la medida" de
cada uno, puesto que esto sería inviable, irreal y posiblemente innecesario e
inadecuado. No obstante, se puede adaptar o modificar el currículo para que
tengan cabida las necesidades de todos, lo cual en El Salvador es totalmente
válido y permitido, según lo regulado en el artículo número 48 de la Ley
general de Educación que manifiesta que: “el
currículo dejará un adecuado margen a la
flexibilidad, creatividad y posibilidad de adaptación a circunstancias
peculiares cuando sea necesario”.
Una de
las estrategias encaminadas a la adaptación del currículo, puede ser la
adecuación de los contenidos, es decir que se debe seleccionar la extensión de
la información y el grado de dificultad, ya que esto permitirá una adecuada
planificación docente que contribuya a la asimilación de dichos contenidos por
todos los estudiantes. En este sentido, el maestro puede Introducir actividades
alternativas y complementarias, o incluso modificar la selección de los
materiales a utilizar.
De igual
forma, se vuelve necesario que el docente haga un análisis y si es posible una
modificación del tiempo previsto para determinados aprendizajes; así como, de
las técnicas y métodos de evaluación a implementar, todo ello con el propósito
de responder a las necesidades educativas especiales de sus alumnos y lograr la
equidad de oportunidades para todos.
Vemos
entonces que para que exista una educación inclusiva, se requiere de un
esfuerzo conjunto de todos los sectores vivos de un país, que deben trabajar de
la mano teniendo como fin principal el poder garantizar que todos
los alumnos sean aceptados con igualdad, reconocidos por lo que cada uno tiene
que ofrecer a la comunidad educativa y de esta forma, ofrecerle a la sociedad
profesionales dignos y capacitados que puedan insertarse a la vida productiva y
poder así sacar a delante a nuestro país.
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