MI APRENDIZAJE EN EDUCACIÓN INCLUSIVA
Las personas con necesidades
educativas especiales deben tener acceso a las escuelas ordinarias, que deberán
integrarlos en una pedagogía centrada en el niño, capaz de satisfacer esas
necesidades.
Las escuelas ordinarias con esta
orientación integradora representan el medio más eficaz para combatir las
actitudes discriminatorias, crear comunidades de acogida, construir una
sociedad integradora y lograr la educación para todos; además, proporcionan una
educación efectiva a la mayoría de los niños, mejoran la eficiencia y, en
definitiva, la relación costo-eficacia de todo el sistema educativo.
Hay que tener presente siguientes
principios educativos para la escuela
inclusiva del siglo XXI, los cuales permitirán alcanzar nuestros objetivos:
- Principio del aprendizaje para todos. (La escuela como comunidad de aprendizaje)
- Principio de convivencia democrática e inclusión social. (Escuela como modelo de inclusión social)
- Principio de trabajo cooperativo e implicación. (Escuela donde todos colaboran y se implican)
- Principio de proactividad. (Escuela anticipadora y basada en proyectos)
- Principio de mejora permanente. (Escuela inconformista con sus resultados)
- Principio de autonomía y liderazgo distributivo (Escuela de roles compartidos)
- Principio de adaptación al cambio permanente. (Escuela en permanente transformación)
- Principio de calidad, excelencia y altas expectativas para todos. (Escuela que espera y consigue lo mejor de todos)
- Principio de conexión y apertura. (Escuela transformadora de la sociedad)
- Principio de participación e implicación de la comunidad educativa.
Uno de los grandes dilemas de la educación
inclusiva es cómo conciliar una enseñanza atenta a la diversidad y a los
procesos individuales de aprendizaje con una evaluación igual para todos.
En este sentido, es prioritario y de máximo interés
establecer un modelo de evaluación coherente con los principios de inclusión:
participación y aprendizaje de todos. Una evaluación cuya finalidad no puede
ser la de clasificar o comparar a los alumnos sino identificar el tipo de
ayudas y recursos que precisan para facilitar su proceso educativo.
Una evaluación continua, flexible
y dinámica, que acompañe todo el proceso de enseñanza aprendizaje y tenga como propósito fundamental
proporcionar información -al inicio,
durante y al final del proceso-, para la toma de decisiones. Es decir, que permita conocer el
punto de partida de los alumnos con relación con los aprendizajes
esperados, retroalimentar y ajustar el proceso de enseñanza acorde a las
características y necesidades de los estudiantes, y comprobar si se han logrado o no, y en qué
medida, los aprendizajes.
Los estudiantes con necesidades
educativas especiales tienen el derecho de participar en todos los aspectos de
la sociedad, la educación, la vida comunitaria y finalmente la fuerza laboral,
es decir “EDUCACIÓN INCLUSIVA ES UN
DERECHO PARA TODOS”.
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