La Escuela Inclusiva parte del supuesto de diseñar y
desarrollar un currículo común, diverso y flexible cuyos fundamentos se derivan
de la atención a la diversidad
de capacidades, intereses y ritmos de aprendizaje, de la flexibilidad en el
alcance y logro de los objetivos de aprendizaje, de la concepción holística
y constructivista
del aprendizaje. Es decir, los alumnos aprenden cuando participan en proyectos
y actividades de la vida real.
Un currículo único no concuerda con la diversidad
de las experiencias vividas por todos y cada uno de los alumnos, ni con los
ritmos y estilos de aprendizaje. El currículo que parte de las experiencias y
de los
conocimientos previos de los alumnos tiene sentido para ellos.
El currículo de la Escuela Inclusiva parte del supuesto de
que los objetivos de aprendizaje son flexibles. Se planifica y diseña una
metodología activa y participativa, en la que se potencia y favorece el
protagonismo de los alumnos, al tiempo que se promueve la interdependencia
positiva entre los alumnos de la clase.
Al alumno se le proporcionan apoyos dentro del aula por
medio de:
- El
fomento de redes naturales de apoyo como los círculos de amigos, el
aprendizaje cooperativo y el espíritu de cooperación y colaboración.
- La
adaptación del aula. El sistema de apoyo, la aplicación habitual de
medidas metodológicas extraordinarias y el proyecto
curricular no sólo se modifican para ayudar al que lo necesita, sino
que los demás también se benefician de esa ayuda.
- La
capacitación. La nueva función del profesor consiste en capacitar a los
miembros del grupo para que sean capaces de ayudar a los compañeros que lo
necesiten.
- La
comprensión de las diferencias individuales, realizando actividades que
promuevan esa comprensión.
- La
flexibilidad. Hay que fomentar la creatividad
y la apertura de la mente.
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